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TOC - Despedida Parte II

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Rubymoon-Faith's avatar
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Parte II: Equitativo

Un pequeño montículo de arena se levantó a un costado del soldado. No parecía haber mucha concentración de ella en aquel sector del bosque; eso sería un problema.

La sensación extraña sobre su cuerpo no hizo otra cosa que aumentar. Los dedos de sus manos se movían solos, generando pequeños movimientos en la arena. Parecía como si se tratara de un títere, e Ithel era el titiritero.

“¿Realmente necesita controlarlo todo?” preguntó molesto. No le agradaba la idea de ser un simple espectador de sus propias acciones, sin tener el más mínimo grado de injerencia sobre ellas. “Esto es incómodo”.

“Es más sencillo de esta forma” respondió la bruja de forma tajante. “Tu nivel de magia es bajo, incluso para el rango que tienes, y es prácticamente lo único de lo que puedo disponer, así que necesito que colabores conmigo. Además, no es como si hubieras perdido todas tus facultades...” se interrumpió, como quien se da cuenta de que ha hablado de más. “Ahora, ¿podrías callarte? No puedo concentrarme contigo reclamando todo el tiempo”.

Antes de que pudiera rebatirle, su cuerpo se movió una vez más: Empuñó su alabarda y se vio lanzándose contra la bruja de las flores. ¿En qué estaba pensando Ithel? ¿No que su magia era lo único de lo que podía disponer?

“No podemos perder más tiempo” la voz de la bruja de la arena resonó nuevamente en su cabeza. “Si no actuamos ahora, ella no tendrá oportunidad”.

Ragnar no estaba seguro de si su oponente había notado lo que pasaba, o estaría al tanto de que el ataque que se le venía encima sería por partida doble. En realidad, a él lo había alertado la sensación de la arena subiendo por el mango de su arma, parte de la cual cubrió sus manos mientras el resto avanzaba hasta la punta de la lanza. Ithel planeaba usar la alabarda como un mecanismo para ocultar un segundo ataque; incluso tal vez como forma de impulsarlo y darle más fuerza.

“Piensas demasiado, niño” imaginó a la rubia rodando los ojos mientras le hablaba. Era extraño tener sus gestos tan presentes a pesar de que no pudiera verla. ¿Realmente había llegado a entenderla tan bien a través de todos sus encuentros esporádicos? “Pero mereces algo de crédito por haberlo entendido: Tú me prestas tu fuerza y yo te presto la mía”.

El soldado no pudo evitar que una ligera sonrisa asomara a sus labios. Era curioso… muy curioso cómo había llegado a entenderse con ella de esa forma que ni él mismo podía comprender del todo.

La sonrisa en sus labios no hizo más que aumentar en el momento en que el ataque desató toda su fuerza: El filo del hacha produjo un intenso silbido al surcar el aire con todo el impulso que le había impreso. Sin embargo, el arma acabó golpeando el suelo sin siquiera tocar las plantas y enredaderas; mucho menos a la bruja que las controlaba.

Aún y así, tal como había imaginado, ese movimiento funcionó para ocultar y darle impulso a la arena.

Haciendo gala de su velocidad, Ithel lo obligó a soltar su arma y usar sus manos para controlar el ataque de la arena, la cual alcanzó la altura suficiente para azotar con fuerza las ramas superiores del árbol donde se encontraba la otra bruja.

No obstante, su sonrisa no duraría mucho tiempo más.

No habían logrado golpear a la bruja de las flores directamente; con costos la habían rozado… Lo peor era que ahora estaba alerta. Sabía que no era solo él quien la atacaba.

La vio bajar un poco más con un movimiento en apariencia grácil y sencillo, aunque no parecía tan dramático como los que solía hacer Ithel. Aún sostenía la lámpara con una mano y la tenue iluminación le daba un aire un tanto más tétrico a esa gran sonrisa y los ojos que parecían no tener iris.

―No podías simplemente morir, ¿cierto, querida? ―comentó la mujer tras una corta risa―. Debo admitir que esperaba que tomaras alguna medida desesperada ―suspiró pesadamente―. Pero, bien, supondré que la desesperación solo te volvió un poco más patética.

En el momento en que terminó de hablar, la vio extender la mano que tenía libre hacia el suelo, y las enredaderas comenzaron a crecer cual tentáculos que trataban de aprisionarlo. El ataque fue tan rápido y violento que no hubiera permitido que alguno de los dos pensara en otra cosa que no fuera salir de ahí lo más rápido posible, antes de convertirse en una presa más.

Ithel usó el control que tenía sobre su cuerpo para ayudarlo a moverse de forma rápida y ágil, de manera que pudiera esquivar las plantas que trataban de atraparlo. Sin embargo, llegó un momento en que el ataque se volvió tan intenso que Ragnar llegó a pensar que no podrían escapar… Y fue entonces que descubrió cómo funcionaba el amuleto que le había había entregado la chica rubia cuando abandonó el pueblo escondido en medio del bosque.

Se vio llevar su mano al amuleto que colgaba alrededor de su cuello y desprendió con facilidad la esfera de vidrio, liberando la arena en su interior. Utilizando su poder para controlarla, Ithel moldeó una serie de elipses alrededor suyo, las cuales lo protegieron del embate de las plantas. Estaban a salvo, de momento.

Sin embargo, si algo había aprendido de ella durante el tiempo que la había conocido era que Ithel era orgullosa (tal vez incluso ese aire presumido que solía percibir en ella venía de ahí), y era lógico que las palabras de la otra bruja la hubieran hecho enojar… Pero él conocía los peligros de dejarse llevar ciegamente por el enojo. No era seguro para el resultado que querían obtener.

Durante varios minutos sintió su cuerpo siendo arrastrado a pelear contra una bruja que, consciente de la presencia de Ithel, mantenía sus defensas firmemente levantadas… Eso explicaba que las enredaderas que habían emergido tras su primer ataque siguieran en pie, como si esperaran cualquier cosa que viniera de su oponente.

Pero eso no era suficiente para evitar que la bruja en su interior aprovechara cada oportunidad para lanzar un nuevo ataque con la arena que pudiera conseguir, usualmente latigazos, intentando burlar la defensa de la otra, o alcanzarla desde algún ángulo que pudiera estar desprotegido… Y lo logró en varias ocasiones; pero ningún golpe era suficiente para hacerle daño.

El principal problema era que estando en su cuerpo, Ithel no podía utilizar su habilidad para disolverse en arena, la cual podría haber resultado muy útil en las circunstancias actuales. Por más ágil y rápida que fuera, no pudo esquivar todos los ataques de la bruja de las flores. Eso repercutía en lo lastimado que se encontraba su cuerpo: había recibido algo que se sintió como una serie de descargas eléctricas, provenientes de las flores que decoraban las enredaderas, y ahora uno de sus brazos se sentía adormecido. Además, podía sentir la sangre que brotaba de una de sus piernas, donde había sido golpeado por uno de aquellos tentáculos vegetales.

Aquello no tenía mucho sentido para él: Ya estaba muy lastimado y prefería retirarse un poco para tener la oportunidad de pensar qué haría a continuación. Entonces, concentró toda su energía en retomar control sobre su cuerpo y, a pesar de los reclamos que exclamaba Ithel en el interior de su mente, logró poner distancia suficiente entre ellos y el muro de enredaderas construido por su oponente.

“Necesitamos pensar una forma más productiva para detenerla” dijo finalmente. Respiraba agitado y el dolor de su pierna aumentaba, así como el adormecimiento en su brazo. Estaban a salvo por el momento, pero no podía garantizar por cuánto tiempo. No les quedaba mucho. “Solo atacar sin ton ni son no tiene mucho sentido, y ya probamos que no sirve de mucho”. Se justificó lo mejor que pudo, tratando de mantener el control sobre su cuerpo, al menos hasta que tuvieran algo más concreto. “Si es cierto que usted me presta su fuerza y yo le presto la mía, vamos a tener que usar otros medios… Mi fortaleza siempre ha sido la estrategia, no propiamente el combate directo”.

Se produjo un silencio bastante extenso, tras el cual finalmente escuchó la respuesta de la voz de la bruja en su cabeza: “Sigo creyendo que piensas demasiado, pero tienes un punto...” volvió a guardar silencio, como si estuviera ponderando lo que debía decirle. “Recuerda apuntar siempre a la lámpara. No sé en qué momento lo olvidaste, pero Erimter es una oponente fuerte y difícil de vencer... Si logramos que la suelte, tendremos la ventaja por el momento”.

Ragnar sonrió un poco, incluso a pesar de saber que habría podido contestarle que era ella quien controlaba su cuerpo. Era Ithel quien debía recordar arrebatarle la lámpara a la otra. Pero no lo hizo simplemente porque, de alguna forma, eso significaba un avance en su forma de tratar con la bruja de la arena.

“¿Qué tal si intentamos algo distinto?” propuso. “No garantizo que funcione, pero no perdemos nada con probar”.

Le transmitió mentalmente su idea de utilizar la herramienta que para él había resultado más problemática (y la que más lo había lastimado) en las ocasiones que se había enfrentado con ella: las ondas de energía. Después de todo, el movimiento de la arena podía sentirse y verse venir; la onda de energía abarcaba un área más grande y, si se planeaba lo suficientemente bien, golpeaba de repente y era más difícil de repeler.

Sabía a lo que se arriesgaba: su cuerpo estaba lastimado y cansado como para arriesgarse a perder más energía con un ataque como aquel, pero tampoco podían perder más tiempo. La vida de la chica rubia dependía de ellos y, si no actuaban pronto, moriría por su culpa.

Utilizaron uno de los látigos de arena de Ithel para atraer la alabarda hacia ellos, pues desde la última vez que la usaron, el arma había quedado a los pies de la enredadera que mantenía cautiva a la chica inconsciente.

“Solo tenemos una oportunidad para que esto funcione” advirtió el soldado. Si no funcionaba, tendrían que buscar otro medio. No creía que la bruja que controlaba las plantas fuera a caer dos veces en el mismo truco. Le preocupaba, eso sí, no tener suficiente tiempo o energía para poder llevar a cabo alguna otra estrategia. “Pero primero debemos acercarnos lo suficiente. Este ataque puede funcionar a distancia, pero su efecto puede ser más fuerte cuanto más directo”.

“Bien, hagámoslo”.

Una vez más corrieron hacia donde pudieran estar en un rango que les permitiera atacar a Erimter. Al mismo tiempo, las plantas volvieron a alzarse para contraatacar.

Repitieron el mismo movimiento con el que iniciaron la batalla. Tal vez era idea suya, pero para Ragnar aquella movida había resultado mucho más natural y fluida que la primera vez. Es más, si hubiera sido así desde el principio, tal vez la batalla no se habría extendido tanto y hubieran podido salvar antes a la muchacha que yacía entre las enredaderas.

Pero no lo fue, y aunque la capacidad del ataque había mejorado lo suficiente como para desequilibrar a la bruja de las flores y hacerla bajar aún más de su posición en aquel árbol, no podía esperar que fuera tan sencillo. El mismo truco no funcionaría dos veces.

A pesar de que trataron de esquivar los ataques de las enredaderas, en algún momento sin que se dieran cuenta, las raíces de un árbol se alzaron desde el fondo de la tierra y aprisionaron sus pies. Lentamente, el enraizado comenzó a ascender por sus piernas y el resto de su cuerpo.

―¿Se acabó el juego tan pronto? ―preguntó Erimter, ladeando la cabeza―. Realmente no esperaba que fuera a ser tan sencillo. Pero, ya que así es, ¿qué tal si miramos juntos los últimos momentos de esta chica antes de que acabe con ustedes?

¡Oh, pero no había acabado! La sonrisa que asomó a los labios del soldado decía precisamente eso: No había terminado aún. Todavía les quedaba una carta más por jugar.

―Si crees que va a terminar así, me conoces muy poco, Erimter.

Una extraña sensación recorrió el cuerpo del soldado, como si se sobrecargara con una energía que no sabía de dónde provenía exactamente. Sintió el deseo de detener a Ithel, como si creyera que aquello podría acabar con ella.

Sin embargo, no pudo evitar imaginar la sonrisa orgullosa en el rostro de la bruja de la arena mientras con un rápido movimiento evitaba que el embrollo de raíces que los aprisionaba lograra atrapar sus brazos. Fue entonces que extendió hacia la otra el brazo que se encontraba menos lastimado y liberó la onda expansiva.

Ragnar notó que el ataque había perdido mucho de la fuerza que tuvo en los momentos en que Ithel se enfrentó con él. Pero, para efectos de lo que necesitaban, resultó efectivo.

Aunque el embate de la onda no había sido lo suficientemente fuerte para sacar de combate a la bruja de las flores, su efecto expansivo fue suficiente para que perdiera el control sobre la lámpara, la cual acabó estrellándose contra el suelo.

―Bien, parece que por ahora han tenido una pequeña victoria ―dijo Erimter, mientras volvía a subir rápidamente hacia la parte superior del árbol―. Pero no creas que te librarás de mí tan fácilmente, soldado. Nos volveremos a encontrar muy pronto.

El sonido de la voz de Erimter se disolvió en el viento, así como pareció hacerlo ella misma. En cuestión de segundos, no había rastro de la bruja de las flores ni de los efectos de su magia, más allá del dolor que produjo el golpe que el soldado se llevó contra el suelo cuando las raíces lo soltaron abruptamente. Las raíces habían desaparecido, así como las enredaderas… El bosque parecía haber vuelto a la normalidad.

Ragnar se obligó a recuperarse rápidamente del golpe que se llevó para correr a revisar a la chica que había estado atrapada en las enredaderas, quien ahora yacía en el suelo, a pocos metros de él. Suspiró aliviado al darse cuenta de que aún respiraba, aunque muy débilmente. Solo tenía que...

―Llévala a tu reino y cuida de ella. Necesita ayuda, pero estará bien si la recibe pronto.

El sonido de la voz de Ithel llamó su atención. No había notado que la extraña sensación de tener a la bruja ejerciendo control sobre su cuerpo había desaparecido, así como la molesta voz que hablaba directamente en su mente.

Sin embargo, algo no andaba bien. Definitivamente no esperaba encontrar a la bruja de carne y hueso, pero tampoco creía que la encontraría como la veía en ese momento.

Frente a sus ojos, la figura de Ithel se volvía cada vez más difusa.
Nuevamente reitero que SOY UNA PERSONA HORRIBLE Y MEREZCO UN GOLPE :icont-tplz: En mi defensa dos cosas: 1- Esto de pensar una batalla con dos personas en un mismo cuerpo es bastante complicado. 2- El desempleo hace estragos con mi imaginación.

Anyway, después de varios meses de trabajo bastante interrumpido, les presento la segunda parte de mi entrada para la actividad "Despedida" de 
:icontower-of-cardverse:. Quería subirla para el cumple de Sou, pero me atrasé unos días. 

Esta parte sí es mucho más larga, y se me complicó cualquier cantidad hacerla. Nuevamente tengo que agradecerle a mylarha y a Vika2992 por haber tenido la paciencia de irla leyendo.

No sé. A mí me gustó cómo quedó, aunque sí sé que pudo haber quedado mucho mejor.

Me gustó desarrollar cómo fue evolucionando la relación de Rag con Ithel... Ahora en la tercera parte me romperé el corazón yo solita, lo sé.

En fin... Espero que les guste. No tengo idea de cuándo voy a subir la que falta, porque 1- necesito a Enio(?) y 2- necesito a Enio con urgencia(?????). Neh, creo que estos días andará muy presente, así que espero tener ánimo para escribir, no más.

Creo que eso es todo por el momento.

¡Saludos! :) (Smile)




Tower of Cardverse: :iconuchiha-souseiseki:

Ragnar Gallagher, Heart Soldier 9: :iconrubymoon-faith:

Erimter, la bruja de las flores e Ithel, la bruja de la arena: :iconuchiha-souseiseki:
Comments2
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3ghosts's avatar
pobre Rag, quiere mantener las distancias con Ithel xD
ooh ya vi a que idea te referias, pero no fue el golpe "final"
hmm si es que lo dificil es hacer bajar a Erimter

tengo la ligera impresion que la ultima parte tendra muchos feels(?)