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SS 2015 - 002 - Sou

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Rubymoon-Faith's avatar
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II
Las reglas del juego
Secret Santa para: Uchiha-Souseiseki
(Los Nega!bobos en cualquier plan (amigos, enemigos, frenemies, ship material(?)), no importa si es angst o cómico)


El Rey no pudo evitar arquear una ceja y sonreír de lado al ver aquella escena. ¡Era simplemente increíble; irreal hasta más no poder! Pero debía mantener su papel, y en ese momento, éste era aparentar que aquello no era lo más perturbador que había vivido hasta entonces.

La Reina, con el aire melodramático que siempre la había caracterizado, caminaba lentamente por el extenso pasillo que los separaba. A él le resultaba asqueroso ese porte de mujer altiva, propia y elegante que contrastaba con la verdadera esencia de Stern. Todo maquillaje, máscaras, disfraces…

Ni siquiera podía decir que aquel vestido exageradamente elaborado, por más que fuera un cambio entre todo el rojo que acostumbraba vestir, no fuera otro de sus tantos disfraces; asimismo la gran sonrisa, que cualquiera podría distinguir que era falsa, aunque nadie pareciera notarlo o darle importancia.

Era un error. Cualquiera en su sano juicio sabría que hacerlos convivir más allá de lo necesario era sinónimo de cometer homicidio… Pensándolo bien, era muy probable que fuera precisamente por eso que lo hicieron.

Los reyes de Aurem, Azurita y Tréflevert sabían que Leidenschaft era el más pequeño de los Chaturaji, y el menos preparado para hacerles frente. Además, su estabilidad pendía de un hilo, y el hecho de que sus reyes no pudieran congeniar era simplemente perfecto para su caída.

Cada vez que tenían oportunidad, los demás monarcas se dedicaban a explotar el hecho de que los reyes de Leidenschaft no se soportaban, a pesar de que ellos trataran de disimularlo cuando estaban en público. Su dinámica disfuncional era fácil de leer cuando se llevaban varios años viviendo dentro de una trampa parecida.

¡Pero nunca habrían esperado que les salieran con algo como eso!

Lo peor era estar atrapados en una encrucijada donde ninguna opción era mejor que la otra. Pero al final eso había sido su responsabilidad, por el teatro que habían tratado de mostrarle al mundo.

Fue en una de tantas reuniones donde en lugar de hacer algo productivo, los reyes se reunían a jugar a “mi casa es más grande que la tuya”. Esos juegos de poder en los que realmente nadie tenía la razón, pero todos creían tenerla.

Cada quien tenía su estrategia para hacer frente a esas reuniones. La de los reyes de Leidenschaft era pretender que se llevaban relativamente bien.

Desde antes de salir del reino (o de recibir a sus invitados) hacían una especie de tregua que duraba hasta que todos se hubieran ido. Sin embargo, eso no los libraba de una muy disimulada guerra de indirectas acompañadas por sonrisas forzadas.

La consabida reunión había sido en casa. Normalmente eso habría significado que las cosas serían más sencillas; estaban en su propio territorio, después de todo. Sin embargo, en algún momento todo se les salió de las manos.

Desde una semana antes, los monarcas de Leidenschaft propusieron los términos de su acuerdo para la ocasión: Mantener la hostilidad a un nivel mínimo hasta que la reunión hubiera terminado. Aunque, claro, el término “nivel mínimo de hostilidad” tenía que ser definido muy claramente para que ninguno fuera a cometer un error, dado que cada uno tenía su forma particular de verlo.

Sin embargo, el Rey tenía sus propios planes para el juego de ese día. El solo hecho de pensar en jugar una vez más a “nos llevamos bien aunque ustedes no lo crean” le aburría sobremanera… Lo que él no sabía era que la Reina tenía exactamente la misma idea.

Los invitados llegaron puntuales, como usualmente, y se instalaron en el salón que se había dispuesto especialmente para la ocasión. Era curioso ver un salón tan elegantemente decorado, y con tan buen gusto, cuando afuera todo era un caos. Pero así era todo en aquel reino: un gran juego de apariencias.

Por un rato, todo transcurrió con la atípica normalidad de aquellas reuniones. Sin embargo, durante la cena comenzó el juego de las indirectas y los reproches:

―¿Quieres traerme la caja que quedó en el salón, querida? ―preguntó el Rey en un intento por importunar a la Reina.

―Me encantaría, cariño ―respondió ella, con un tono de estar realmente afligida―. Pero la falta de ejercicio es mala para la salud de un rey… Y el tamaño de tu estómago ya dice que deberías cuidarte más.

―Bien, querida ―replicó él, pretendiendo no sonar tan exasperado como estaba―, ya que te preocupas tanto por mi salud y que haga ejercicio, me gustaría que bailes conmigo después de la cena. Será un pequeño regalo de despedida para nuestros invitados.

La chica no respondió, pero la sonrisa que le dio, acompañada de esa ceja ligeramente arqueada, era todo lo que necesitaba para saber que le seguiría el juego.

Terminada la cena, los comensales se dirigieron nuevamente hacia el salón donde los habían recibido. Más de uno hizo mención a la expectativa del baile prometido.

Con una falsa sonrisa, el Rey le tendió una mano a su Reina y la llevó hasta el centro del salón. La gran ventaja de ser los reyes de aquel lugar era que podían aprovechar esa posición para hacer que cualquier súbdito hiciera acto de presencia en el castillo a riesgo que, de lo contrario, se le considerara traidor y perdiera su vida por ello. Así de fácil resultó conseguir a los músicos que en ese momento comenzaban a tocar una lenta y estilizada melodía.

―Vas a pagar por esto ―reclamó la Reina en voz baja, mientras tomaba una de las manos del Rey y colocaba la otra sobre el hombro del muchacho.

―Tienes lo que queda del día para pensar cómo, querida ―respondió el Rey con una sonrisa, haciendo énfasis en la última palabra, que sabía que molestaba tanto a la chica.

Ragnar tomó la mano de Martius y colocó la otra en la cintura de la muchacha; así comenzaron a bailar en una danza que no estuvo exenta de “pequeños accidentes”.

Cada vez que tenía la oportunidad, la chica se dedicaba a darle un fuerte pisotón, o una patada, o cualquier cosa que pudiera hacerlo tropezar y caer (con un vestido tan largo era difícil anticipar sus movimientos y lo que pretendía hacer)… y se disculpaba siempre con la asquerosa máscara de niña dulce e inocente que nunca haría algo como eso a propósito.

Finalmente el Rey se cansó de los desplantes de la maldita mujer melodramática y decidió dejarla en paz por un tiempo. Ya más tarde se las pagaría… El rey de Aurem aprovechó entonces la oportunidad para quedarse con ella, dándole a entender a Ragnar que le demostraría cómo debía hacerlo.

Lógicamente, aquella insinuación no hizo más que molestar al Rey. ¿Qué se creía el rubio oxigenado ese, con su pretensión de verse siempre perfecto? Cuando hubiera ganado el poder suficiente se aseguraría de aplastarlo, pero de momento, no podía hacer más que un gesto de fingida amabilidad antes de cederle su lugar.

Como era de esperarse, cuando estuvo bailando con la persona que quería, Stern perdió toda la apariencia de mujer torpe y demostró que en realidad era muy diestra para aquel arte (después de todo, se le había entrenado para ello desde que ascendió al puesto). ¡Maldita mujer melodramática! Se notaba lo mucho que disfrutaba haberlo dejado en ridículo una vez más.

―Deberías cuidar mejor de tu reina ―la voz de la reina de diamantes lo sacó de sus pensamientos.

El muchacho se encontraba detrás suyo, con toda la apariencia de que aquella era una conversación casual, aunque ambos sabían que no lo era. Todo el mundo en los cuatro reinos sabía que la reina de Aurem tenía una lengua mordaz y nunca hacía un comentario que no fuera parte de un movimiento fríamente calculado.

―Tú deberías cuidar mejor de tu rey ―respondió, alzándose de hombros. Después de todo, según lo que tenía entendido, la relación de los reyes de Aurem iba mucho más allá del simple juego de ser los monarcas de uno de los reinos más ricos y prósperos. No sería su problema si las cosas acababan mal para Killian. ¡Que él se las arreglara con el rubio insoportable!

―Lo digo en serio ―continuó la reina de diamantes, poniendo por un momento su mirada en la pareja que bailaba, incapaz de ocultar su molestia―. En tu lugar, yo aprovecharía la oportunidad que tengo antes de que cualquiera que sea mejor que yo me la arrebate… Después de todo, el título es pasajero y cualquiera puede quitártelo de la misma forma en que tú se lo quitaste al rey anterior ―arqueó una ceja, con expresión de estar burlándose abiertamente de él―. Y ya que ustedes se llevan tan bien…

No caería en su trampa. Sabía que lo hacía a propósito para enfurecerlo. ¡Nadie le quitaría el título que había ganado legalmente (o que al menos nadie podía probar que no había sido así)!

Pero luego llegó a su mente una de tantas conversaciones que había tenido con su Reina, donde ella le había dicho que él se convirtió en Rey porque ella lo había ayudado a llegar hasta ahí… porque en alguno de sus retorcidos juegos, le resultaba conveniente que él ocupara ese puesto.

Su posición no era tan segura como la veía en un principio.

―Ella no lo consentiría ―respondió, fingiéndose contrariado, aunque era cierto. Ninguno de los dos lo consentiría, de hecho.

―Buena suerte, entonces ―replicó el otro muchacho, alzándose de hombros, aunque parecía estar guardándose un “yo cumplo con advertírtelo”―. Creía que era el rey quien siempre tenía la última palabra.

―Pues sí lo haría, ¿bien? ―contestó ya exasperado―. Pero eso no cambiará el hecho de que todo seguirá igual si ella no lo acepta.

Estaba completamente convencido de que el asunto moriría ahí. Después de todo, el mundo entero sabía que Martius no aceptaría algo como eso ni en un millón de años, así que estaban a salvo.

Sin embargo, la sonrisa que asomó a los labios de la reina de diamantes le hizo saber que el tema no había sido agotado. Es más, había dejado la puerta abierta para que continuara en discusión durante el resto de la velada.

―Entonces está dicho.

Killian se separó de él y desapareció por un rato. En cuestión de tan solo unos minutos ya se había corrido la voz de que el Rey de Leidenschaft tenía pensado pedirle a su Reina que se casara con él.

Cuando la noticia llegó a los oídos de Stern, la respuesta no se hizo esperar. Estaba furiosa. Sin embargo, eso no hizo más que arrancarle una gran sonrisa a su Rey. Verla de esa manera siempre era un triunfo a favor de él.

―¿En qué rayos estabas pensando? ―preguntó ella, incapaz de disimular su enojo.

―Si yo fuera tú, tendría más cuidado, cariño ―respondió él, sin perder la sonrisa―. Cuando te enojas, te arrugas, y no querrás que tu apariencia perfecta se arruine frente a nuestros invitados. Además, ahora el destino de esta historia está en tus manos. Más te vale hacer una actuación convincente para rechazarme.

Martius iba a comenzar a hablar en el momento en que Killian regresó junto a ellos.

―Bien, el rey ya ha hablado ―dijo la reina de diamantes con una sonrisa que a leguas denotaba peligro―. No creo que vaya a retractarse ahora que todos saben lo que dijo. Ahora solo falta la respuesta de la reina… ―miró a Stern con cierto aire expectante―. ¿Entonces? No creo que pienses deshonrar a la corona de Leidenschaft al rechazar la propuesta de tu rey.

La sonrisa en los labios del Rey desapareció por completo, y la furia de la Reina no hizo más que aumentar, aunque lo ocultaba casi perfectamente tras una de sus sonrisas de cartón. Los dos lo sabían: Estaban atrapados.

***

Cuando Stern lo alcanzó en el altar, Ragnar sabia que tendría más de un arma oculta en su vestido y no dudaría en utilizarlas si se daba la oportunidad. Sin embargo, él tenía su fiel espada a su lado y sería rápido para reaccionar ante la más mínima provocación.

La Reina le sonrió con esa expresión desencajada que él conocía tan bien. Esa era la verdadera Stern.

―Espero que estés preparado para morir en tu noche de bodas, Gallagher ―le dijo con ese tono cantado y alegre que denotaba que no estaba bien de la cabeza. En tanto, el obispo que presidía la celebración comenzaba con las palabras que acabarían condenándolos.

―Pues creo que eso tendrá que esperar, querida ―respondió él con tranquilidad, aunque sus palabras tenían cierto tono de advertencia muy bien marcada. Las palabras de quien presidía la celebración eran como un eco al que no le interesaba prestar atención―. Tendremos que hacer un nuevo pacto aquí y ahora. Verás, las cosas son así de sencillas: En el momento en que uno de nosotros muera, se sabrá que el otro es responsable. Si eso sucede, nuestro reino queda vulnerable y ellos ganan. En cambio, si sobrevivimos de la misma forma en que lo hemos hecho hasta ahora, seguimos teniendo una oportunidad en su juego. Nosotros ganamos. ¿Qué dices?

―¡Vaya! ¡Finalmente aprendiste cómo funciona el juego! ―replicó ella, con lo que parecía ser una sonrisa satisfecha. Tomó su mano, como les indicaba el obispo, y entonces el Rey corroboró que no estaba equivocado: el filo de una delgada aguja se clavó en la palma de su mano―. Si intentas ponerme un dedo encima, te asesino.

El Rey arqueó una ceja y la miró con una expresión retadora. Cuando el obispo le permitió besar a su esposa, aprovechó para hacerlo con la misma violencia con que lo había hecho ya en alguna otra ocasión, simplemente por aburrimiento.

No era una victoria para ninguno, pero al menos por el momento tampoco era una derrota.
NOTA IMPORTANTE: LOS SECRET SANTA VAN NUMERADOS Y SON SUBIDOS EN EL ORDEN EN QUE FUERON ESCRITOS. NO SIGUEN EL ORDEN DE LA LISTA, SINO EL ORDEN EN QUE ME INSPIRÉ PARA HACERLOS.

Secret Santa para: :iconuchiha-souseiseki:

Universo: :icontower-of-cardverse: (Nega!verse)

Aquí está el segundo de los Secret Santa para este año. Esta señorita participa casi que todos los años en mi SS, así que ya no es extraño encontrar que haga un pequeño algo para ella. Este año volví a la zona de confort con TOC (y especialmente con nuestros hermosos Negas!), pero fue una verdadera tortura encontrar una idea para hacerlo.

Al final me decidí porque ya casi que lo único que me faltaba por hacer con los Negas! era casarlos, así que me basé en la teoría que habíamos comentado alguna vez de que si ellos llegaban a casarse sería por culpa de los otros reyes.

Entonces, me puse a investigar a los otros Negas! de este universo y me topé con Killian, y a lo que vi de él, me podía imaginar su mordaz lengua siendo la mente maestra detrás de todos los acontecimientos que pasaron en esta historia... Y luego me quedé con la idea de Killian sentado en medio de los invitados a la boda con una gran sonrisota porque con esa boda mata dos pájaros de un tiro: 1- Muy probablemente se acaban deshaciendo del Rey, 2- Se está deshaciendo de la competencia(?).

En todo caso, hay que agradecerle a FinaBell por su asesoría en cuanto a que hubiera hecho bien a su niño a lo largo del fic :3 

En fin, aquí está la segunda historia.

¡Oh, por cierto! Cuando sea que se encuentren rey o reina con mayúscula se refiere a los reyes de Leidenschaft.






Tower of Cardverse: :iconuchiha-souseiseki:

Historia original: :iconrubymoon-faith:

Nega!Ragnar Gallagher, King of Hearts: :iconrubymoon-faith:

Nega!Martius L. Stern, Queen of Hearts: :iconuchiha-souseiseki:

Nega!Killian Forlier, Queen of Diamonds: :iconfinabell:

(Y por mención y papel importante en la historia(?)): Nega!Sans Monrreal, King of Diamonds: :iconstalker-ghost:








:iconrubymoon-faith::iconsaysplz: ¡Feliz Navidad atrasada, señorita! Glomp! Espero que se la haya pasado bonito y disfrute mucho este fin de año :D. Gracias por incentivar mi imaginación para las cositas del grupo, y por las cosas entretenidas de los fandoms que compartimos Hug ¡Te quiero!
Comments10
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FinaBell's avatar
Ahhh al fin he podido leerlo completo <33
Ya te había comentado que le escena del baile me encanto, pero ahora que leí la escena del altar no me puedo decidir por mi favorita, esa escena fue un muy buen cierre y es como la culminación de mis sueños de ship culposa  Giggle 
Este incidente solo va a causar que ya no inviten a Nega!Killian a las fiestas hahah D: